Qué ver en Valencia en un fin de semana

Aunque no es una ciudad muy grande, Valencia tiene mucho que ofrecer, así que cuanto más tiempo tengas a disposición, más podrás disfrutar de sus atracciones. En nuestro caso tuvimos que condensar todo lo posible en un día y medio solamente, devorando kilómetros como siempre (andando, por supuesto!). De todas formas, conseguimos ver bastante para tener una idea global de la capital de la Comunidad Valenciana y aunque tuvimos que renunciar a algo, siempre se puede volver 😉

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Valencia

Valencia es la tercera ciudad más grande de España y se encuentra en la comunidad homónima, en la costa suroriental del País. El metro conecta el aeropuerto con el centro de la ciudad (líneas 3 y 5, aproximadamente 20 minutos de viaje). Si, como nosotros, partes de Roma y viajas con Ryanair, llegarás a Valencia sobre las 23:30, así que probablemente tendrás que coger un taxi: el metro cierra al mismo horario en los días feriales (y a las 00:30 los sábados y domingos; para más informaciones visita este sitio). Nuesto primer impacto con la ciudad fue en compañía de una taxista muy locuaz que nos quiso contar su personal punto de vista sobre la situación político-económica española.

Nuestro hotel estaba en el mismo centro, en la Calle Correos, prácticamente en la Plaza del Ayuntamiento, a cinco minutos andando de la parada del metro Colón: nos ha gustado tanto que te lo recomendamos vivamente, sobre todo porque, no obstante su posición, es bastante barato.

Primer día

Empezamos el día con un buen desayuno en un bar rollo radical chic cerca del hotel: tostada de tomate, zumo de naranja y café. Cruzando la calle está el Mercado Central, etapa obligada en un viaje a Valencia: situado en el corazón del casco antiguo, su arquitectura es un ejemplo del estilo modernista valenciano. Se trata del mercado de productos frescos más grande de Europa: hay fruta, verdura, carne, pescado, mariscos, productos de horno y agrupa a unos 300 pequeños comerciantes. Justo en frente se encuentra uno de los monumentos icónicos de la ciudad: la Lonja de la Seda, considerado el edificio emblemático del gótico civil valenciano. Construido entre 1482 y 1548 sobre el modelo de la Lonja de Palma de Mallorca, es el símbolo de la prosperidad económica de la ciudad en el siglo XV: de hecho en este lugar se llevaban a cabo las transacciones mercantiles. En 1996 fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. La Sala de Contratación, con sus espléndidas columnas elicoidales, te dejará boquiabierto: era la sede de la Taula de Canvis, el banco ciudadano. En la otra sala, el Consulado de Mar, se reunían los jueces para discutir sobre asuntos relativos al comercio; está unida a la planta superior, donde se encuentra la Cámara Dorada, por una monumental escala de piedra. En el Patio de los Naranjos podrás admirar la fuente de ocho puntas de gusto árabe; desafortunadamente, no se puede subir a la Torre que se solía usar como prisión para los ladrones de seda y los comerciantes poco honrados. En la actualidad la Lonja es la sede de la Academia Cultural de Valencia; la entrada vale 2 euros pero es gratuita los domingos. En la misma Plaza del Mercado se encuentra la Real Parroquia de los Santos Juanes, también de estilo gótico.

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Mercado Central
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Patio de los Naranjos
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Sala de Contratación
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Lonja de la Seda

 

Siguiendo hacia Plaza de la Reina llegarás a la Catedral, cuyo nombre oficial es Iglesia Catedral-Basílica Metropolitana de la Asunción de Nuestra Señora de Valencia, mejor conocida como la Seu: la entrada cuesta 8 euros y te recomendamos el utilizo de la audioguía, incluida en el precio, porque hay realmente mucho que descubrir sobre este edificio. La Catedral se encuentra en el mismo sitio de un antiguo templo romano que devino primero una catedral visigoda y después una mezquita hasta que en el XIII siglo, después de la conquista de la ciudad por Rey Jaime I, volvió a ser un lugar de culto católico. El estilo principal es el gótico, pero también se encuentran elementos románicos, barrocos y neoclásicos dado que su construcción se prolongó durante varios siglos. Como la Catedral fue incendiada durante la Guerra Civil, algunas decoraciones se perdieron; sin embargo, en los años ’70 del siglo pasado empezó un proyecto de recuperación del aspecto gótico originario. En la capilla dedicada a San Francisco Borja se conservan dos cuadros realizados por Goya, mientras que en la capilla homónima desde 1916 se guarda el mismísimo Santo Cáliz. Otra curiosidad relacionada con este lugar tiene que ver con la estatua de la Virgen del Buen Parto: según la tradicción popular, las mujeres embarazadas hacia el final del embarazo tienen que dar nueve vueltas de la catedral, para asegurarse un parto sin problemas. En el Museo de la Catedral se encuentran interesantes obras de arte, como por ejemplo el ostensorio más grande del mundo, realizado por los valencianos como expiación para los horrores de la Guerra Civil. Imperdible la visita a la Torre Campanario con sus doce campanas (la entrada vale 2 euros), llamada popularmente El Miguelete o El Micalet: préparate a subir los 207 escalones más altos y estrechos que hayas visto en la vida, pero en cambio gozarás de una magnífica vista panorámica de la ciudad. Calle del Miguelete une Plaza de la Reina con la espléndida Plaza de la Virgen, antiguamente conocida como Plaza de la Seu, donde se asoman la Catedral, la Basilica de la Virgen de los Desamparados y el Palacio de la Generalitat. Heredera del foro romano de la antigua Valentia, la plaza presenta en el centro la Fuente del Turia, representación alegórica del homónimo río que baña la ciudad.

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Reflejos en la Catedral
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Vista desde el Miguelete
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Plaza de la Virgen

Al mediodía nos fuimos al Barrio del Carmen, famoso por su street art y sus bares, porque nos habían recomendado un restaurante donde preparan una paella muy rica. Como no habíamos reservado no encontramos sitio, pero el camarero nos aconsejó preguntar en su otro local, unos metros más adelante, justo debajo de las Torres de Quart, y tuvimos suerte! Además era un día precioso y comer en una terraza era justamente lo que queríamos. La comida no nos decepcionó: la paella tradicional valenciana era realmente riquísima y las croquetas caseras también, y por tan solo 35 euros! Habíamos comido tanto que necesitábamos dar una vuelta, así que primero fuimos al Jardín de las Hespérides, un pequeño parque inspirado en la Antigua Grecia, y después a los Jardines del Turia.

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Paella!

Los Jardines del Turia tienen una extensión de 110 hectáreas (aproximadamente 9 km) y son maravillosos: hay campos de rugby, fútbol, baloncesto y softball, skatepark, minigolf, carriles bici, jardines, fuentes, parques infantiles (como el divertidísimo Parc Gulliver, una estatua de 70 metros con toboganes y escaleras que representa a Gulliver atado al suelo por los Liliputienses). El parque es el jardín urbano más grande de España, fue realizado en 1986 sobre el antiguo lecho del río Turia que fue desviado en los años ’60 por las frecuentes inundaciones que afectaban a la ciudad (muy violenta la de 1957 que provocó un centenar de víctimas). Los jardines están coronados por 18 puentes construidos en épocas distintas  y de estilos diferentes: de hecho es un parque muy ecléctico. A sus lados se encuentran algunas de las principales atracciones de Valencia, como el Bioparc, el Palau de la Música y la futurista Ciudad de las Artes y las Ciencias. Como nos gusta ser masoquistas, recorrimos casi todo el perímetro del parque andando, hasta llegar a la Ciudad de las Ciencias, y de allí volvimos (a pie, por supuesto) hacia el centro.

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Parc Gulliver
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Ciudad de las Artes y las Ciencias
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Palacio de las Artes Reina Sofía

Para volver al hotel recorrimos buena parte de la ciudad, pasando por barrios residenciales y nada turísticos, para luego llegar al corazón de la zona comercial. Después de una breve parada en nuestra habitación, nos fuimos a buscar un sitio donde cenar: eligimos una colorada tasca en los alrededores del Mercado Central, cuya camarera estaba convencida de que éramos argentinos y donde comimos tapas muy ricas. Qué de cosas en un solo día!

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Street art en el Barrio del Carmen

 

Segundo día

Nuestro segundo y último día en Valencia fue completamente dedicado a la Ciudad de las Artes y de las Ciencias: sin embargo, como solo teníamos unas horas a disposición, decidimos visitar solo dos atracciones, el Oceanogràfic y el Museo de las Ciencias (al precio de 35 euros por persona). El inmenso complejo fue realizado por los arquitectos españoles Santiago Calatrava y Félix Candela y cubre una superficie aproximada de  350.000 metros cuadrados. Está formado por seis edificios: el Hemisfèric (el primero en ser inaugurado en 1998), el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, el Umbracle, el Oceanogràfic, el Palacio de las Artes Reina Sofía (cuya apertura en 2005 determinó el fin de los trabajos), el Puente de l’Assut de l’Or y el Ágora. El proyecto originario preveía otros edificios que al final no fueron realizados. Tendrás la impresión de estar mirando una ciudad del futuro, parecida a las de las películas de ciencia-ficción (por supuesto, Luciano se lo pasó pipa!) y cuesta creer que un proyecto tan ambicioso haya sido efectivamente realizado. Imposible no preguntarse cuánto haya cambiado la ciudad desde que empezaron las obras para su construcción!

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Museo de las Ciencias Príncipe Felipe

El Oceanogràfic merece totalmente el precio del ticket: si viajas con niños se quedarán sin palabras (y los adultos también) y se lo pasarán genial. Es el acuario más grande de Europa: tiene una superficie de aproximadamente 110000 metros cuadratos y 42 millones de litros de agua. Cada edificio representa un medio ambiente marino con los principales ecosistemas acuáticos del planeta, además del delfinario: se pueden ver como 45000 animales pertenecientes a 500 especies distintas (medusas,  pingüinos, cangrejos araña, tortugas, leones marinos…), pasear bajo el túnel submarino más largo de Europa y ver los tiburones nadando sobre tu cabeza, observar la única familia de belugas del continente y mirar desde cerca peces rarísimos (has visto alguna vez un pez hoja?) y tener la impresión de casi poder tocar los enormes mamiferos en el otro lado del vidrio. Nuestra parte preferita fue el acuario de la barrera coralina (dentro del edificio de los Mares Templados y Tropicales), el único donde no se utiliza agua marina sino agua artificial no filtrada para preservar los corales y donde los peques se divierten a buscar a “Nemo”, el simpático pez payaso. Cálcula por los menos tres horas para visitar todos los edificios aunque estamos seguros de que no querrás salir nunca!

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Medusa
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Peces tropicales
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Barrera coralina
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Pez hoja
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Pingüinos

El Museo de las Ciencias ha sido pensado para ser visitado por familias y prevé tanto exposiciones temporales como permanentes: de momento en la primera planta se encuentran juegos para niños basados en los cuentos, la segunda planta está dedicada a tres Premios Nobel (Santiago Ramón y Cajal, Severo Ochoa e Jean Dausset), mientras que en la tercera planta hay actividades interactivas relacionadas con el cuerpo humano, el ADN, las experiencias sensoriales, la memoria, además de salas dedicadas a la Agencia Espacial Europea, al Mar Mediterraneo y a la electricidad. No es un museo tradicional: su lema es “Proibido no tocar, no sentir y no pensar”: el visitante puede experimentar y descubrir, poniendo a pruebas sus conocimientos y estimulando su curiosidad, destruyendo el cliché de la ciencia aburrida.

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Charla con los Neandertales

Nuestros consejos

Además de la inevitable paella (intenta evitar las trampas para turistas, mejor caminar un poco para encontrar un buen sitio que comer un plato mediocre), te recomendamos probar el desayuno salado con tostadas de tomate y las riquísimas empanadillas (parecidas a las empanadas argentinas). Diviértete a comer cuantas más tapas  y no olvides beber un buen zumo de naranjas valencianas! Valencia es perfecta para dar un paseo en bici pero, siendo una ciudad llana, puedes tranquilamente desplazarte andando.

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Agua de Valencia
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Para cuándo el próximo viaje?

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